viernes, 30 de octubre de 2009

CUAUHTEMOC BLANCO, COMO FACTOR POLÍTICO



Se cimbró la tierra y en tsunami amagó convertir la mar, luego que la prensa confirmó su llegada por estos lares. De inmediato la fanaticada salió a las calles para agradecer a los dioses no el regreso de Quetzalcoalt, sino la llegada del depredador de todos los mares, del chamán de todas las canchas, del agorero del fútbol, del emperador de la patada, el arribo surrealista del futbolista que jamás será confundido como un ratón verde, Cuauhtemoc Blanco.

A primera vista, la presencia del Tiburón Blanco en aguas veracruzanas se debe a la intención de que él, conduzca de regreso a las tintoreras azul-granas a sus aguas naturales, que la mejor afición de México disfrute fútbol de primer nivel y liberar a los tiburones de la pecera doméstica en que ahora sobre viven.

Cierto, la veneración que existe de la afición veracruzana hacia éste devastador divino no querrá mirar más allá de la magia que éste haga con la bola sobre la cancha del Pirata Fuente. Sin embargo, cuando se analizan las entrevistas y la información generada por los directivos del “Tiburones Rojos”, uno tiene que llegar a la inequívoca conclusión que las razones de la contratación de Cuauhtemoc Blanco son por encima de las deportivas, de exclusivos intereses políticos porque el 2010 es un año electoral. Sin duda, el Fabricante de Espejos ha descubierto ¡El hilo negro!



Para nadie es un secreto que el “jurgol” como le dicen los peninsulares, ha sido el oscuro objeto del deseo de ciertos políticos, una vez que se percatan que si se añadía este ingrediente a la política, bien agitado y diluido resultaba una extraña pócima de poderes casi mágicos, productor de reacciones como la adoración y la obediencia a quien se los proporcionara, en éste caso, había que aderezarlo con algún pretexto, como el regresar a la primera división a los “Tiburones Rojos” para hacer comestible esta agradable mascarada.

La amarga realidad es que durante años, los tiburones rojos habían hecho toda una tradición, el nadar en las profundidades de la “tabla” hasta que a un empresario de la tauromaquia – Rafael Herrerías- fue invitado a hacerse cargo del equipo con Gustavo Parente en calidad de presidente de la Directiva. Quién lo iba a decir, que un Herrerías sin antecedentes en el negocio de las patadas, que lo único redondo que conocía era la arena de la “Plaza México”, le iba a poner el cascabel al gato y de entrada su gran acierto fue precisamente contratar al gran Cuauhtemoc Blanco – que pasaba un mal momento en el América- reto que aprovechó el tepiteño para conquistar Veracruz y México, desde donde alzaría el vuelo del Ave Fénix para renacer de las cenizas hacia su retorno a la gloria plena, sin regateos.

A partir de ahí y orientados por su liderazgo, los Tiburones Rojos lograron meterse hasta una liguilla en la disputa por el campeonato de fútbol de primera división en el segundo semestre del 2004, terminando la fase regular en el primer lugar siendo el superlíder con 35 puntos.

El carisma del Cuau, logró contagiar a sus compañeros para hilvanar 8 triunfos consecutivos que le dieron al Tiburón y a su afición las esperanzas de un nuevo título. Lo que parecía un equipo más, se transformó con la individualidades de jugadores como Kléber Boas, Pablo Quatrochi, Christian "Chaco" Giménez, Braulio Luna, Joaquín Reyes y Gustavo Biscayzacú.

Cuando el actual gobierno recibió el equipo, en vez de incrementar ese apoyo para iniciar o regresar a las añejas glorias de antaño, lo primero que hizo fue desmantelar el equipo en una negociación bizarra. En el Clausura 2005, vienen las amputaciones al plantel con la salida de Cuauhtémoc Blanco y Kléber Boas. A cambio llegó un jugador fraude sazonado con refuerzo cotizado en la persona del jugador argentino Leandro Romagnoli, quien no llenó las expectativas de la afición y del equipo, a pesar de haber sido la “contratación” más cara en la historia del fútbol mexicano moderno, lo que vino a enturbiar más los movimientos dentro de la institución.



Como un maleficio caído sobre la afición jarocha, su adorado equipo cayó dramáticamente hasta los últimos lugares, para protagonizar una de las peores campañas. Para la fecha 6 el director técnico Wilson Graniolatti sale del conjunto, pero no se iría solo, sino acompañado de Rafael Herrerías, quien se ostentaba como dueño del equipo y también de Gustavo Parente, el presidente de la directiva.

El gobierno del estado de Veracruz toma al equipo y designa a Gerardo Gallegos como presidente de la directiva, como director técnico Víctor Manuel Vucetich cuya trilogía apocalíptica llevarían al equipo al penúltimo lugar con 14 puntos al final del torneo. Para la apertura 2005, estalló el escándalo de Herrerías y el presunto fraude que se había fraguado contra las arcas del gobierno de Veracruz usando el fideicomiso de los Tiburones Rojos, nunca pudo esclarecerse a satisfacción de los veracruzanos pese a que desde el Congreso Local algunos diputados denunciaron la situación del fideicomiso “Tiburones Rojos” tratando de transparentar el asunto. ¿Qué pasó ahí?

Gerardo Gallegos trepado en la directiva para dar la cara, “hizo” las peores contrataciones de su vida, para hacer llegar a ilustres desconocidos, Joel Sánchez, Alejandro Leyva, Miguel Acosta, Marco Jiménez, Humberto Gutiérrez, Hiber Ruíz y Hugo Gómez, con excepción del tico Oscar Emilio Rojas que siempre se dio en la cancha, y la contratación de Juan Carlos Chavez que venía de la primera “A“ como director técnico del León, vino a precipitar la salida de gente valiosa como a Christian Giménez y el experimentado Isaac Terrazas. Consumatum est!.

Queda en tela de juicio el supuesto deseo de dar a la afición jarocha un gran equipo en la primera división, porque cuando se tenía todo para realmente empezar a cincelar un equipo grande, con tradición, con fuerzas básicas, con infraestructura, con verdadera administración con visión futurista. Ni un inexperto como Herrerías cometió tantas torpezas. El equipo en manos del gobierno, todo se hizo pedazos en situaciones absurdas, oscuras. Sobre todo, nunca hubo la mínima intención de esclarecer el escándalo. En suma, se jugó y muy bien – ahí sí- con la nobleza de la mejor afición de México. La veracruzana.

No habrá que esperar mucho para saber si estamos equivocados. Allá por el mes de marzo del 2010 veremos. El Fabricante de Espejos desea estar errado ya que es fanático del “Cuau” y ojalá su regreso, sea un punto de partida y no una medida electorera, de pan y circo para época de elecciones, que sirve además, para desviar la atención sobre las miserias de la clase política que ya desmayó en las playas del paquete fiscal, con nulo talento y cero compromiso con la gente que les entregó lo más preciado de la libertad en la democracia: el voto.

EL OSCURO PLACER DEL JUEGO

EL OSCURO PLACER DEL JUEGO




El juego es la principal actividad del hombre, pero no lo admitirá jamás, pues entonces perdería la médula de su encanto. Se aferra a él, cual zángano devora el néctar de una flor.

Haremos hasta lo imposible por ocultarlo. Es más , con tal de no admitirlo ni bajo tormento, lo hemos bautizado como “trabajo” o “negocio” para darle un aderezo que haga comestible esta agradable mascarada.

El juego y el placer forman un binomio indisoluble desde antes que se inventara la escritura. Alguien muy astuto, concibió que si ese potaje era dado de beber y consumir sin remilgo por las masas en un escenario espectacular, podría mantenerlas sumisas para sus mas secretos fines de dominación : dinero, placer y poder político.
Descubrir y perfeccionar la rueda, marcó un hito. A partir del axioma de que la vida es circular: todo nace y muere, o sea, todo aparece y desaparece sin ninguna explicación anterior o posterior a este misterioso hecho, descifrarlo era algo tan inútil como imposible, al hombre no le quedó otra que jugar con el curvado enigma.

El circo romano parecía el summum perfecto, pero había algo ahí, que lo hacía demasiado burdo y evidente. Hasta se hizo famosa la frase de: “ Al pueblo, pan y circo”. Los peninsulares de entonces “capiscaron” que les estaban dando espaguetti con el dedo.



Faltaba algo, pero ¿Qué? Se preguntaron inicuamente, hasta que regresando sobre el circulo una y otra vez, les gustó jugar con esa idea, cosa que finalmente, terminó inventando la pelota.

Derivar al juego de la pelota, rodeado de un escenario espectacular, sólo un cabello lo separaba. Esto explica porqué el circo romano, con el tiempo ha llegado a ser una pálida sombra, sobre el ya de por sí, oscuro objeto del juego, echarle un vistazo a las nuevas deportivas lo confirman sin tapujos.
El caso es que el juego de la pelota, en este caso el “jurgol” como le llaman en algunos lugares de la madre patria, para opinar se necesita primero un certificado, no precisamente de alguna academia virtual, sino haber mamado los conocimientos de este juego, en algún llano o potrero.

Primero como jugador y si esto, nunca fue posible, como “alumno de sol” o sea en la universidad de mayor prosapia a la que pueda asistir un adorador del “jurgol”: el graderío de cemento caliente, a donde va toda la raza, la palomilla, la hinchada, o las barras como eufemísticamente le llaman ahora.

No hay conocedor en el mundo, que opaque al brillante aficionado de “Sol”. Pese a ello, el nóbel colombiano, Gabo como mundialmente se le conoce ahora que cumple los ochenta años de vida a Gabriel García Márquez cuenta en qué partido de fútbol se convirtió en desaforado hincha. ..

“...y entonces resolví asistir al estadio. Confieso que nunca en mi vida he llegado tan temprano a ninguna parte y que de ninguna tampoco he salido tan agotado. Nunca había tomado la iniciativa de convertirme a esa religión dominical del fútbol, jamás llegué a sospechar que alguna vez me iba a convertir en ese energúmeno, limpio de cualquier barniz que pueda ser considerado como el último rastro de civilización que fui ayer en las graderías del municipal.

El primer instante de lucidez en que caí en la cuenta de que estaba convertido en un hincha intempestivo, Ahora me explico por qué esos caballeros habitualmente tan almidonados, se sienten como un calamar en su tinta cuando se colocan, con todas las de la ley, su gorrita a varios colores”.