jueves, 4 de marzo de 2010

LAS OLIMPIADAS DE GRECIA/LOS DIOSES DEL BRAZO DE LA MERCADOTECNIA



“ El doblar de las campanas en México, llaman a fiesta y llaman a duelo”, solía decir Octavio Paz para explicar la soledad del mexicano, lo que de facto nos expide carta de naturalización con los entes del universo de la mitología griega como Érebo (las tinieblas), Nicte (la noche) y el Caos.

Tal alegoría literaria o aforismo político, sirve ahora como espejo plano para reflejar el saldo de nuestra participación atlética en la fiesta olímpica de verano, reivindicada por el pedagogo francés Pierre de Coubertin en Atenas desde 1896. Cuna de la mitología lúdica en donde estamos a mitad de la jornada en cero medallas.

Ante la viudez de laureles deportivos, han lanzado su espada en prenda los comediantes y comunicadores de la televisión comercial mexicana, para dejar la imagen nacional en su justa dimensión: alegremente ridícula.

La única esperanza era o es en atletismo con Ana Guevara, pero los vaticinios de alerta sobre la brutalidad de la mercadotecnia, que espera paciente la difuminación de esa soflama llamada soberanía, poco o nada lograríamos aunque se volvieran ayuntar Urano (el cielo) y Gea (la tierra), que forman la primera pareja en el trono divino.

SOBERANIA, MERCADOTECNIA Y DEPORTE.

No estamos hablando de una conexión en Atenas, pero los hechos revelan que desde antes, existe una relación íntima entre soberanía, mercadotecnia y la política deportiva, a partir del mal llamado proceso de globalización y el capitalismo salvaje y despiadado que vive actualmente el mundo, las soberanías nacionales desaparecen y crece de manera alarmante la desigualdad social.

Por lo menos así lo ha señalado alguien que se dedica a las cuestiones pías como el cardenal Javier Lozano Barragán, quien asegura que el mundo vive una "crisis económica tremenda", donde las grandes empresas trasnacionales y el capital residen sólo temporalmente en una nación, mientras ésta les garantiza la máxima ganancia, y emigran con frecuencia en búsqueda de mejores oportunidades, luego de celebrar en la Basílica de Guadalupe su 25 aniversario episcopal.

Y no anda muy errado, porque para la mercadotecnia, los Juegos Olímpicos son una competición de atletas individuales, no de países, y el COI que de muchas formas da su brazo a torcer, se niega a dar los resultados por naciones.

Pese a ello, los medios de comunicación de todos los países sin excepción, informan de los resultados obtenidos por sus representantes de acuerdo con uno o dos sistemas de puntuación. En el sistema por puntos, se conceden diez puntos por cada medalla de oro en una prueba, cinco por cada medalla de plata, cuatro por la de bronce, tres puntos por un cuarto lugar, dos por un quinto y uno por un sexto. El otro sistema de puntuación elabora una lista--medallero con el número de medallas ganadas por cada nación participante.

En contrapunto, de seguir en la misma línea económica, cada vez habrá un mayor número de naciones que tengan cifras macroeconómicas muy buenas, casi extraordinarias, pero con una microeconomía pésima en la que la pobreza de su población sea una constante.

POLÍTICA LÚDICA

La mercadotecnia y la globalización han sido un sello de presentación en estos juegos. Pese a las desconfianzas y reservas respecto a la capacidad de organización del Comité Olímpico de Grecia, después del éxito inaugural, las ganancias globales ascienden a más de 4, 500 millones de dólares. Tan sólo por derecho de transmisión, la cadena norteamericana NBC pagaría 1, 800 millones de dólares. Inédito antecedente que pone en tela de juicio los objetivos declarados de los Juegos de la era moderna.

Así ha sido desde que el COI elige las sedes olímpicas con seis años de antelación, con sede central en Lausana Suiza, que reconoce a 186 comités olímpicos nacionales.

No es casual que los juegos se hayan celebrado en más de una ocasión en países como Estados Unidos, Imperio británico o Alemania. Ahí tenemos los de Saint Louis Missouri, Estados Unidos, 1904; Londres, Reino Unido, 1908; Los Ángeles, Estados Unidos, 1932; Berlín Alemania, 1936; Londres 1948; Melbourne Australia, 1956; Munich Alemania, 1972; Montreal Canadá, 1976; Los Ángeles 1984, y Atlanta Estados Unidos, 1996; Sydney Australia en el 2000.

Los Juegos Olímpicos programados para Berlín en 1916 no pudieron celebrarse debido a la I Guerra Mundial; los de 1940 y 1944 fueron igualmente suspendidos por la II Guerra Mundial.

Desde entonces, las contiendas bélicas e incidentes políticos han interferido en uno de los objetivos declarados de los Juegos de la era moderna: fomentar la concordia internacional, incluso apelando a la denominada ‘tregua olímpica’ para conseguir el alto el fuego en los conflictos bélicos durante la celebración de eventos olímpicos.

En los Juegos de Berlín, Adolfo Hitler rehusó reconocer las victorias deportivas de Jesse Owens, quien ganó entonces cuatro medallas de oro.

Los Juegos de Munich en 1972, fueron marcados de la tragedia amamantada por la eterna crisis política del Oriente próximo, cuando un comando palestino asaltó las habitaciones de la delegación olímpica de Israel, tomando como rehenes a nueve miembros de su representación, que murieron más tarde junto con cinco palestinos y un policía alemán en un enfrentamiento armado con la policía en el aeropuerto de Munich.

En Montreal Canadá, los Juegos Olímpicos de 1976, también se vieron alterados por acontecimientos políticos. El gobierno canadiense, anfitrión de los Juegos, no permitió que el equipo de Taiwán portara su bandera ni que se tocara su himno nacional durante la celebración de los Juegos. El equipo de Taiwán se tuvo que retirar.

Otro suceso involucró a los países africanos que pidieron la exclusión de Nueva Zelanda de los Juegos, por haber permitido que uno de sus equipos de rugby jugara en Suráfrica, incumpliendo así la política de sanciones que la comunidad internacional había establecido contra el gobierno surafricano por su política de apartheid. Al no verse cumplidas sus demandas, 31 países retiraron sus equipos de los Juegos en solidaridad con los países africanos.

Estados Unidos, se retiró de los Juegos de Moscú en 1980, en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, como protesta por la invasión soviética de Afganistán, actitud que fue seguida por otros 64 países. Hoy Irak, da al mundo un ejemplo de pundonor enviando una delegación de atletas con uniformes regalados.

La entonces URSS, como represalia, arguyendo dudas sobre las medidas de seguridad, se retiró de los Juegos de Los Ángeles de 1984, al igual que otros quince países.

Los juegos de Seúl en 1988, vivieron un récord de participación con 160 países; la única controversia política de los Juegos se centró en la oferta de Corea del Norte para ser país anfitrión de forma compartida, lo que no fue aceptado.

En Barcelona España, los Juegos Olímpicos de 1992, se beneficiaron de un paisaje político distinto: participaron 172 naciones y territorios, incluido el Equipo Unificado, formado con atletas de Rusia y otras once antiguas repúblicas soviéticas, una Alemania reunificada y Suráfrica, a quien se permitió competir por primera vez desde 1960.

Después de los Juegos de 1904, que tuvieron poco significado internacional, ya que la mayoría de los participantes eran de Estados Unidos, más y más naciones han presentado equipos en los Juegos. El número total de atletas participantes también ha aumentado, pasando de los 285 que compitieron en Atenas en 1896, a los más de 12.000 que lo están haciendo ahora en la alcurnia del olimpismo.

Johan Huizinga, academico holandés escribió alguna vez que “La cultura y la política se juega” y ¿ Quién la juega ? Su principal protagonista: El animal político.

No obstante, Aristóteles hoy por hoy, está en desuso por decreto, ahí tienen al Secretario de Educación Pública, borrando de los libros de texto esa época de la historia y de la literatura universal, con el obsceno deseo de esfumar el concepto de república, ( cosa pública ) soberanía y nacionalismo, para arrojarlo al desván de los muebles viejos e inservibles. Será por eso, que el compromiso de las políticas deportivas, la mercadotecnia y la globalización, ha sido consigo mismas.